La pequeña Olive Hoover tiene más que motivos para
desencadenar una crisis nerviosa debido a su peculiar familia: Su hermano
idolatra a Nietzsche y guarda un mutismo absoluto por ver su futuro frustrado,
su tío intenta recuperarse de un intento de suicidio fallido debido al abandono
por parte de su novio, su padre fracasa dando conferencias y cursos sobre
alcanzar el éxito en la vida, su madre no da más de sí y su abuelo esnifa
cocaína y no dice frase alguna en la que no encontremos un malsonante. Aún así,
Olive, con siete años de edad persigue su sueño: Ganar un concurso de belleza.
La familia al completo se sumerge en su Volkswagen para
llegar a California, donde Olive ha sido admitida para participar en “Pequeña
Miss Sunshine”. El viaje de tres días les aguarda una infinidad de sorpresas.
Una vez en la Costa Oeste de Estados Unidos, la pequeña Hoover les dará una
gran lección a las demás concursantes y con su número conseguirá marcar un
antes y un después en su familia.
En mi opinión, la actitud de Olive es ejemplar y esconde una gran enseñanza moral. Deja a un
lado su aspecto, el cual no considera que sea ni mejor ni peor que el de cualquier
otra persona, y saca partido a su belleza interior, demostrando el gran amor y
admiración que siente hacia cada miembro de su familia y sintiéndose orgullosa
de ello. Así pues, “Little Miss Sunshine” es una de esas películas que no
deberíamos pasar por alto.
No pude verla cuando la estrenaron, pero tuve la oportunidad de rescatarla en televisión. Es una película coral maravillosa, con momentos antológicos y unas interpretaciones brillantes. Toda una lección. Muy recomendable.
ResponderEliminarEs una película maravillosa. Además, la crítica social que esconde me hace apreciar la película y el guión aún más. Totalmente brillante
ResponderEliminar90five.blogspot.com